domingo, 1 de marzo de 2015

CAPITULO 8.-

CAPITULO 8.-
Kate no tiene ni idea de hasta qué punto es así.
No le he contado nada de lo que ha ocurrido desde que lo conoció. Y
aquí está otra vez, hablando con el agente inmobiliario al cargo, vestido
con un traje azul marino y camisa azul claro, con una mano metida en el
bolsillo y la otra sosteniendo un archivador. Parece, como siempre, un
puñetero dios. Y, como si sintiese mi presencia, levanta la vista y nuestras
miradas se cruzan.
—¡Mierda! —maldigo, y me vuelvo hacia Kate.
Ella aparta la mirada de Kaulitz y la dirige hacia mí, con los ojos llenos
de satisfacción.
—¿Sabes qué? Me iba a ir a casa a llorar con un Häagen-Dazs, al
estilo Bridget Jones, pero creo que voy a quedarme un ratito. ¿Te importa?
—Da un trago a su bebida con una sonrisa burlona mientras yo le dedico un
gruñido—. Ése no es el comportamiento de alguien a quien supuestamente
no le importa nada otra persona, _____ —me provoca.
—Fui a La Mansión el martes y casi me acuesto con él —le suelto.
—¡¿Qué?! —exclama Kate, y coge una servilleta para secarse el
chorro de prosecco que le cae por la barbilla.
—Se disculpó por el mensaje que me había mandado. Yo volví a La
Mansión e hizo que el grandullón me encerrase en una habitación. ¡Él me
estaba esperando medio en pelotas!
—¡Venga ya! Madre mía. ¿Quién es el grandullón?
—Bueno, no es un mayordomo. No tengo ni idea de cuál es su función
exactamente. Quizá se dedique a atrapar mujeres para Kaulitz.
—¿Por qué no me lo habías contado?
—Fue un desastre. Me largué corriendo cuando oí que su novia lo
llamaba. A Kaulitz se le fue la pinza y apareció anoche en casa con
exigencias.
Las prisas por poner a Kate al día hacen que le dispare los datos
básicos a toda velocidad.
—¡Joder! ¿Qué clase de exigencias? —Está pasmada. Y es normal. Es
para estarlo.
—No lo sé. Es un capullo arrogante. Me preguntó cuánto creía que
gritaría cuando me follase.
Ella escupe otra vez.
—¿Que te preguntó qué? ¡Joder, _____, viene hacia aquí! ¡Viene hacia
aquí! —Me mira nerviosa, con los ojos todavía chispeantes de diversión.
¿Para qué ha venido? Empiezo a planear mi huida, pero antes de que
mi cerebro ordene a mis piernas que se muevan, siento su presencia detrás
de mí; percibo su olor.
—Me alegro de volver a verte, Kate —dice con voz pausada—. ¿_____?
Sigo de espaldas a él. Sé perfectamente que si me vuelvo para
saludarlo quedaré de nuevo atrapada en el peligroso reino de Tom Kaulitz,
un lugar en el que soy incapaz de pensar de manera racional. Ya agoté mis
reservas de fuerza anoche, y no he tenido tiempo de volver a recargarlas.
Esto es horrible. Prometió que no volvería a verlo. Que si le decía lo que
no quería oír jamás tendría que volver a verlo. Hice lo que me exigía, así
que ¿por qué no cumple con su parte del trato?
Kate nos observa a ambos esperando que uno de los dos diga algo.
Desde luego no voy a ser yo.
—Tom —lo saluda—. Discúlpame. Tengo que ir a empolvarme la
nariz.
Deja su copa vacía en la encimera y pone pies en polvorosa. La
maldigo para mis adentros. Él me rodea hasta situarse delante de mí.
—Estás fantástica —murmura.
—Dijiste que no volvería a verte —le recrimino ignorando su
cumplido.
—No sabía que estarías aquí.
Lo miro con aire cansado.
—Me has mandado flores.
—Huy, es verdad. —Una sonrisa empieza a dibujarse en sus labios.
No tengo tiempo para estos jueguecitos. Conmigo pincha en hueso.
—Si me disculpas —digo, y me dispongo a marcharme, pero él da un
paso y se interpone en mi camino.
—Esperaba que me enseñases el edificio.
—Avisaré a Victoria. Te lo mostrará encantada.
—Prefiero que lo hagas tú.
—La visita no incluye un polvo —le espeto.
Él frunce el ceño.
—¿Quieres hacer el favor de cuidar ese vocabulario?
—Usted disculpe —mascullo indignada—. Y haz el favor de volver a
colocar el asiento en su sitio cuando conduzcas mi coche. —Él esboza una
sonrisa totalmente infantil y yo me enfado todavía más conmigo misma al
sentir que mi corazón se acelera. No debo permitir que vea el efecto que
provoca en mí—. ¡Y no toques mi música!
—Perdona. —Sus ojos centellean con picardía. Es tan jodidamente
sexy...—. ¿Te encuentras bien? Parece que estás temblando. —Alarga la
mano y me acaricia el brazo suavemente con el dedo—. ¿Estás nerviosa
por algo?
Me aparto.
—En absoluto. —No puedo permitir que la conversación siga ese
curso—. ¿No querías ver el apartamento?
—Me encantaría. —Parece satisfecho.
Enfurruñada, lo guío desde la cocina hasta la enorme sala de estar.
—Salón. —Hago un gesto con la mano hacia el espacio general que
nos rodea—. La cocina ya la has visto —digo por encima del hombro
mientras atravieso la habitación hacia la terraza—. Vistas. —Mantengo el
tono de desidia y oigo cómo ríe levemente detrás de mí.
Volvemos por el salón hasta el gimnasio, y no digo ni una palabra más
mientras recorremos el ático. Tom estrecha la mano a varias personas que
nos vamos encontrando por el camino, pero yo no me detengo para darle
tiempo a pararse a charlar. Continúo con la intención de terminar con esta
situación lo antes posible. Maldito sea este lugar por ser tan grande.
—Gimnasio —anuncio.
Entro y salgo rápidamente de nuevo cuando entra él. Me dirijo a la
escalera y lo oigo reírse a mis espaldas. Subo los escalones de ónice
retroiluminado y abro y cierro las puertas de una en una mientras anuncio
lo que hay al otro lado. Llegamos al plato fuerte, la suite principal, y le
indico el vestidor y el baño privado. Lo cierto es que el lugar merece más
pasión y más tiempo del que le estoy dedicando.
—Eres una guía fantástica, ______—me provoca mientras observa una
de mis obras de arte preferidas—. ¿Te importaría explicarme de quién es
esto?
—De Giuseppe Cavalli —contesto secamente, y me cruzo de brazos.
—Es muy buena. ¿Has escogido a este artista por alguna razón en
particular? —Está tratando descaradamente de enredarme en una
conversación.
Me fijo en su espalda ancha, cubierta por la chaqueta del traje, en sus
manos, que descansan de manera desenfadada en los bolsillos del pantalón,
y en sus piernas esbeltas y ligeramente separadas. Me alegra la vista, pero
tengo la cabeza hecha un lío. Suspiro y decido ceder, aunque no sé si es
muy inteligente por mi parte. A Giuseppe Cavalli no puedo negarle mi
tiempo y mi entusiasmo. Dejo caer los brazos y me uno a él frente a la
obra.
—Se lo conoce como «el maestro de la luz» —explico, y él me mira
con auténtico interés—. Consideraba que el tema carecía de importancia.
Daba igual lo que fotografiase. Para él, el tema siempre era la luz. Se
centraba en controlarla. ¿Ves? —digo mientras señalo los reflejos en el
agua—. Estos botes de remos, por muy bonitos que sean, son sólo botes. A
él lo que le interesaba era la luz que los rodeaba. Dota de interés a objetos
inanimados, hace que veas la fotografía con una perspectiva... Bueno, con
una luz diferente, supongo.
Inclino la cabeza para ver bien la imagen. Nunca me canso de ella. Es
muy sencilla, pero cuanto más la miras, más la entiendes.
Tras unos instantes de silencio, aparto la vista del lienzo y veo que
Tom me está observando.
Nuestras miradas se cruzan. Se está mordiendo el labio inferior. Sé
que seré incapaz de negarme de nuevo si fuerza la situación. He agotado
toda mi fuerza de voluntad. Nunca me había sentido tan deseada como
cuando estoy con él, y sigo intentando convencerme a mí misma de que no
me gusta esa sensación.
—Por favor, no lo hagas —digo con un hilo de voz.
—¿Que no haga qué?
—Ya lo sabes. Dijiste que no volvería a verte.
—Mentí. —No se avergüenza de ello—. No puedo estar lejos de ti, así
que vas a tener que verme una... y otra... y otra vez. —Termina la frase de
forma lenta y clara para no dar cabida a la confusión. Ahogo un grito y me
aparto de él por instinto—. Tu insistencia al oponerte a esto sólo alimenta
mis ganas de demostrar que me deseas —dice, y empieza a perseguirme
avanzando hacia mí con pasos pausados y decididos mientras mantiene la
mirada clavada en mis ojos—. Se ha convertido en mi misión principal.
Haré lo que haga falta.
Dejo de retroceder al notar la cama en la parte posterior de las
rodillas. Dos pasos más y estará encima de mí; la idea del inminente
contacto es suficiente para sacarme del estado de trance en el que me
sume. —Para —le ordeno levantando la mano. Mi imperativo hace que se
detenga en seco—. Ni siquiera me conoces —balbuceo en un desesperado
intento de hacerle entender lo absurdo que es todo esto.
—Sé que eres tremendamente hermosa. —Empieza a avanzar de
nuevo hacia mí—. Sé lo que siento, y sé que tú también lo sientes. —Ahora
nuestros cuerpos están pegados, y el corazón se me sale por la boca—. Así
que dime, ______, ¿qué más tengo que saber?
Intento controlar mi respiración agitada, pero me tiembla todo el
cuerpo y fracaso. Agacho la cabeza, avergonzada por las lágrimas que se
acumulan en mis ojos. ¿Por qué estoy llorando? ¿Está disfrutando
haciéndome derramar lágrimas? Esto es horrible. Está tan desesperado por
llevarme a la cama que ha decidido acosarme, y yo lloro porque soy débil.
Hace que me sienta débil, y no tiene ningún derecho.
Desliza la mano bajo mi barbilla, y su calidez me resultaría agradable
si no pensara que es un capullo. Me levanta la cabeza y, cuando nuestras
miradas se encuentran, mis lágrimas lo pillan desprevenido.
—Lo siento —susurra suavemente, y mueve la mano para cubrirme la
mejilla al tiempo que me limpia las lágrimas con el pulgar.
Su expresión es de puro tormento. Me alegro. Se lo merece.
Por fin recupero la voz.
—Dijiste que me dejarías en paz.
Lo miro de manera inquisitiva mientras él continúa pasándome el
pulgar por la cara. ¿Por qué me persigue de esta forma? Es evidente que es
infeliz en su relación, pero eso no es excusa.
—Mentí, lo siento. Ya te lo he dicho. No puedo estar lejos de ti.
—Ya me dijiste una vez que lo sentías, y aquí estás de nuevo. ¿Vas a
mandarme flores también mañana? —digo sin ocultar el sarcasmo.
Su dedo deja de acariciarme y Tom agacha la cabeza. Ahora sí que
está avergonzado. Pero entonces vuelve a levantarla, nuestras miradas se
cruzan y la suya desciende hasta mis labios. Ay, no. No, por favor. No seré
capaz de pararlo. Empieza a estudiar mi expresión, a buscar alguna señal
de que voy a detenerlo. ¿Voy a hacerlo? Sé que debería, pero no creo que
pueda. Sus labios se separan y empiezan a bajar lentamente hacia los míos.
Contengo la respiración. Cuando nuestros labios se rozan, muy
ligeramente, mi cuerpo cede y mis manos ascienden y lo agarran de la
chaqueta. Él gruñe para expresar su aprobación, traslada las manos al
extremo inferior de mi columna y aprieta mi cuerpo contra el suyo.
Nuestros labios apenas siguen rozándose, nuestros alientos se funden.
Ambos temblamos de manera incontrolada.
—¿Has sentido esto alguna vez? —exhala, y me recorre la mejilla con
los labios en dirección a la oreja.
—Nunca —respondo con honestidad.
A duras penas reconozco mi propia voz en esa respuesta ahogada.
Él me atrapa el lóbulo de la oreja entre los dientes y tira ligeramente
de él, dejando que la carne se deslice entre ellos.
—¿Vas a dejar de resistirte ya? —susurra, y su lengua asciende por el
borde de mi oreja para volver a descender acariciándome con los labios la
piel sensible que hay detrás de ella.
Su aliento cálido provoca una oleada de calor entre mis muslos. Soy
incapaz de luchar más.
—Dios... —jadeo, y sus labios vuelven a posarse sobre los míos para
hacerme callar.
Los toma suavemente, y yo lo acepto y dejo que nuestras lenguas se
acaricien y se entrelacen a un ritmo suave y constante. Es un placer
demasiado intenso. Todo mi cuerpo está en llamas. Me duelen las manos
de agarrarme a su chaqueta con tanta fuerza, de modo que me relajo y las
deslizo hasta su cuello para acariciarle el cabello castaño oscuro que le cubre
la nuca.
Él gime y aparta la boca de la mía.
—¿Eso es un sí? —pregunta mirándome fijamente con sus ojos
marrones.
Sé lo que se supone que tengo que contestar.
—Sí.
Asintiendo muy levemente con la cabeza, me besa la nariz, la mejilla,
la frente y regresa a mi boca.
—Necesito tenerte entera, _______. Dime que puedo tenerte entera.
¿Entera? ¿Qué quiere decir con entera? ¿Mi mente? ¿Mi alma? Pero
no se refiere a eso, ¿verdad? No, lo que quiere es todo mi cuerpo. Y, en
estos momentos, la conciencia me ha abandonado por completo. Tengo que
eliminar a este hombre de mi organismo. Y él, a mí del suyo.
—Tómame —susurro contra sus labios.
—Lo haré.
Sin romper el beso, me rodea la cintura con un brazo y me coloca la
otra detrás de la nuca. Me levanta en el aire y, besándome aún con más
intensidad, me lleva hacia el otro lado de la habitación, hasta que apoya mi
espalda contra una pared. Nuestras lenguas danzan frenéticamente, mis
manos descienden por su espalda. Quiero sentirlo más cerca. Agarro la
parte delantera de su chaqueta y empiezo a quitársela de los hombros, lo
que lo obliga a soltarme. Sin separar los labios de los míos, retrocede
ligeramente para permitirme despojarlo del obstáculo que me separa de su
cuerpo. La dejo caer al suelo, lo agarro de la camisa y tiro de él hacia mí.
Olvido por completo mi conflicto moral. Necesito poseerlo.
Nuestros cuerpos chocan y él me empuja contra la pared mientras me
devora la boca.
—Joder, ______ —jadea entre respiraciones ahogadas—. Me vuelves
loco.
Mueve la cadera y me clava su erección. Un pequeño grito escapa de
mis labios. Lo agarro del pelo con un gemido incitante. Ya no hay vuelta
atrás. Mi cuerpo ha puesto el piloto automático. El pedal del freno se ha
perdido en algún lugar del país del deseo. Siento que posa las palmas de las
manos sobre la parte delantera de mis muslos. Agarra mi vestido entre sus
puños y me lo levanta por encima de la cintura de un tirón rápido. Vuelve a
mover la cadera y yo emito un gemido. Ansío más. Joder, no sé cómo he
podido resistirme a esto. Me muerde el labio inferior y se aparta para
mirarme directamente a los ojos. Vuelve a mover la cadera y la presiona
con fuerza contra mi entrepierna. Dejo caer la cabeza hacia atrás con un
profundo gemido y le ofrezsco mi garganta. Él saca buen partido de ella
lamiendo y chupando cada milímetro de piel. Estoy a punto de echarme a
llorar de placer. Pero entonces oigo voces fuera de la habitación y la
realidad vuelve a azotarme. ¿Qué coño estoy haciendo? En la suite
principal del ático con la falda del vestido por la cintura y Tom en la
garganta. Hay cientos de personas en el piso inferior. Alguien podría entrar
en cualquier momento. Alguien va a entrar en cualquier momento.
—Tom —jadeo intentando atraer su atención—. Tom, viene alguien,
tienes que parar.
Me retuerzo un poco y su erección me golpea justo en el lugar
correcto. Me doy con la cabeza contra la pared para intentar detener la
puñalada de placer que me provoca.
Él lanza un gemido largo y pausado.
—No voy a dejarte marchar ahora.
—Tenemos que parar.
—¡No! —ruge.
Joder. Cualquiera podría entrar por esa puerta.
—Ya seguiremos después —intento apaciguarlo. Tengo que
quitármelo de encima.
—Eso te deja demasiado tiempo para cambiar de idea —protesta
mientras me mordisquea el cuello.
—No lo haré. —Lo agarro del mentón, levanto su rostro hacia el mío
hasta que quedamos nariz con nariz y lo miro directamente a los ojos—.
No cambiaré de idea.
Escruta mi mirada en busca de la seguridad que necesita, pero yo
estoy totalmente decidida. Es lo que deseo. Sí, es posible que me dé tiempo
a replantearme la situación, pero ahora mismo estoy segura de que es lo
que quiero. Es demasiado tentador como para resistirlo, aunque lo he
intentado con todas mis fuerzas.
Me da un fuerte beso en los labios y se aparta.
—Lo siento, pero no voy a arriesgarme.
Me levanta de nuevo en el aire y me lleva hasta el cuarto de baño.
—¿Qué haces? También querrán ver esto.
No puede decirlo en serio.
—Cerraré con pestillo. Nada de gritar. —Me mira con una leve
sonrisa malévola.
Estoy atónita, pero me echo a reír.
—No tienes vergüenza.
—No. Me duele la polla desde el viernes pasado, y ahora que te tengo
entre mis brazos y que has entrado en razón, no pienso moverme de aquí, y

tú tampoco.


HOLA!!!! BUENO EH VUELTO CON LA NOVE xD ... TOM ES UN ATREVIDO!! JAJAJA Y LA RAYA POR FIN DEJO DE HACERSE DEL ROGAR!! BUENO YA SABEN 4 O MAS Y AGREGO MAÑANA ... ADIOS Y QUE ESTEN BIEN :))

4 comentarios:

  1. Oo dios ojala y al fin puedan concretar jajajaja siempre los molestan jajajaja sube pronto byeeee

    ResponderBorrar
  2. Ojala que nada ni nadie interrumpaa!!

    Siguelaa :)

    ResponderBorrar
  3. Espero que esta vez nadie los interrumpa :) espero el próximo cap con muchas ansias virgiiii!!! me encanto..

    ResponderBorrar